"Cómo la anestesiología rescató a los chicos de las cuevas de Tailandia" por Lic. María Eugenia Piaggio


Gracias al anestesiólogo australiano Richard Harris, quien además es experto en exploración de cuevas submarinas, se pudo rescatar con vida a los 12 jugadores de fútbol y a su entrenador que quedaron atrapados en una cueva de Tailandia en el año 2018. La clave estuvo en que los chicos salieron sedados para evitar los riesgos del pánico del trayecto submarino.

Todavía no sabemos la cantidad de respuestas que puede ofrecer la especialidad para resolver problemas que no están estrictamente relacionados con el quirófano. El caso de los chicos tailandeses que fueron rescatados con vida gracias a la administración profesional de drogas anestésicas demuestra lo amplia que es la capacitación de los anestesiólogos y hasta dónde llega la compasión y el servicio de cuidar a los demás.

LA HISTORIA DE UNA HAZAÑA

El 23 de junio de 2018, doce niños (de entre 11 y 16 años) de Chiang Rai, una provincia al norte de Tailandia, y su entrenador (de 25 años) del equipo de fútbol «Jabalíes Salvajes», decidieron vivir una aventura después del entrenamiento y explorar la cueva de Tham Lung. 

El plan era pasar solamente una hora allí como festejo por el cumpleaños de uno de los chicos. Al llegar se encontraron con un cartel que decía: «Peligro: no entres en la cueva de julio a noviembre». La advertencia se debe a que durante esos meses transcurre la temporada del monzón y hay riesgo de inundación. Esto fue el 23 de junio, así que dejaron sus bicicletas en la puerta y entraron solamente con sus linternas. 

Cuando los 13 chicos emprendieron el regreso se dieron cuenta de que estaban caminando sobre agua (cuando antes el piso no estaba mojado) y, repentinamente, llegaron a un punto donde el agua tocaba el techo. En ese momento se dieron cuenta de que estaban atrapados.

Injustamente, las lluvias ese año comenzaron un poco antes en las montañas y, mientras estaban en el interior, hubo un aguacero monzónico que inundó la cueva.

Como el agua seguía subiendo, tuvieron que adentrarse en la cueva para encontrar un terreno más alto hasta que llegaron a un terraplén fangoso a unos 2,5 kilómetros de la entrada. 

Los chicos fueron declarados desaparecidos cuando el guardaparques encontró sus pertenencias pero nadie sabía en qué lugar preciso se encontraban. La operación de rescate estuvo liderada por el gobierno tailandés, junto con la ayuda de países como Australia, Estados Unidos, Japón, China, organizaciones de rescate en cuevas y buzos internacionales.

Los doce chicos y el entrenador fueron localizados vivos el 2 de julio, no obstante, recién pudieron ser extraídos el 10 de julio. Mientras discutían el método de extracción, el martes 3 de julio, siete buzos tailandeses, incluyendo al Doctor Pak Loharnshoon y un enfermero hicieron el recorrido para llevarle al grupo atrapado geles de altas calorías, mantas térmicas y medicamentos. Cuatro de los buzos se quedaron con ellos hasta que comenzó el rescate final. 

LOS DETALLES MÉDICOS DEL RESCATE

Después de considerar las opciones, se dieron cuenta que sólo se podía sacar a los chicos por el mismo lugar por donde habían entrado. Tendrían que llevarlos buceando y habría que sedarlos.

El domingo 8 de julio, a las 10 de la mañana, trece buzos especialmente seleccionados ingresaron a la cueva con el objetivo de ir evacuando de a uno a los atrapados.

El plan trazado establecía que cada chico fuera acompañado por dos buzos: uno delante y otro detrás. Era un trabajo peligroso que requería de infinita paciencia, calma y habilidad.

Para evitar que entraran en pánico, los expertos junto con las autoridades del gobierno decidieron que a los chicos se les suministraran ansiolíticos. Y es aquí donde el papel del Dr. Richard Harris, un buzo avanzado en exploración de cuevas y anestesiólogo australiano, resultó crucial. 

El Dr. Harris, con la venia del gobierno y un certificado de inmunidad diplomática, junto con su compañero veterinario australiano y buzo, Criag Challen, les administraron a los chicos la Ketamina, más una droga para la ansiedad y atropina, para reducir las secreciones de saliva.

Como el camino bajo el agua era extenso, los buzos llevaron una jeringa prellenada con Ketamina para inyectarles una dosis extra. Cada chico llevó, además, una manguera con oxígeno pegada a su boca, sellada con silicona más un tanque de oxígeno adosado en el frente y en la espalda una manija, con la que los buzos manipularon sus cuerpos -casi inconscientes- en el agua. Además, los chicos tuvieron restringidos el movimiento de sus brazos y de sus piernas para evitar contratiempos.

Caída la tarde del 8 de julio se comunicó que el primer chico había llegado a la entrada de la cueva y el martes 10 de julio se dio la noticia de que el rescate se había completado exitosamente. Ninguno tenía nada grave, pero todos quedaron en observación y en cuarentena en el hospital por si habían contraído algo bajo tierra.

LA ANESTESIA QUE NINGÚN ANESTESIÓLOGO JAMÁS SOÑÓ

En una entrevista que realizó el Dr. Richard Harris en el sitio anaesthetists.org, contó que, en una primera instancia, se negó a participar del rescate sedando a los chicos. 

«No podía pensar en una forma más segura de sentenciar a muerte a esos niños que dándoles un anestésico y luego tratar de sacarlos bajo el agua 2,5 kilómetros», dijo. De todas maneras, se puso a disposición para viajar y tratar de brindarles a los niños algo de apoyo médico mientras se determinaba cuál era el plan.

¿Cuándo cambiaste de opinión de decir «de ninguna manera» a «esta es la única oportunidad»?, le preguntó el entrevistador. 

Fue la mañana que Craig y yo hicimos nuestra primera inmersión y vimos a los chicos con nuestros propios ojos. Después, vino una noche de reuniones con los buzos británicos y las autoridades tailandesas y, realmente, la única solución parecía ser sacar a los niños sedados. 

¿Hiciste algún tipo de evaluación médica de los niños?

Había cuatro buzos tailandeses acompañando a los niños y uno de ellos era médico, el Dr. Pak. A través de él hice una pequeña revisión. Escuché a un par de ellos tosiendo, creo que tenían infecciones de pecho tempranas, pero estaban en muy buena forma. Para entonces les habían llevado un poco de comida, así que se estaban recuperando de a poco de la debilidad que les había dejado los nueve días de inanición. Les dije que volveríamos al día siguiente y le pedí que ayunaran seis de los niños desde las 6 a.m., pensando que llegaríamos alrededor del mediodía para atenderlos.

EL PLAN ANESTÉSICO

Luego de resolver que iba a realizar el procedimiento, el Dr. Harris tuvo que planificar la estrategia e imaginar todos los contratiempos posibles para prever una solución a cada uno de ellos. 

KETAMINA: En primer lugar decidió usar Ketamina. Lo hizo después de comunicarse con un médico australiano que estuvo cuatro años en Macquarie Island, en la Antártida, y allí anestesió a una foca para una investigación científica. En esa experiencia la foca escapó antes de quedarse dormida y luego se la vio nadando con la nariz fuera del agua, lo que habría demostrado que la ketamina protegió sus vías respiratorias. 

DOSIS: El Dr. Harris se basó una dosis  inicial calculando miligramos por kilo y luego una dosis media por si los niños necesitaban un refuerzo al salir. Para hacerlo lo más simple posible y tratar de evitar errores, dividió a los niños en 'niño grande' y 'niño pequeño'. Como las dosis de refuerzo serían aplicadas por buzos que no eran médicos, resolvió que esa era la forma más segura de hacerlo. El objetivo era eliminar todos los puntos de decisión.

COMPLEMENTACIÓN: Media hora antes de su turno, cada niño tomó una tableta de un ansiolítico para bajarles la ansiedad. Además, recibieron una dosis de atropina IM para tratar de disminuir las secreciones en la máscara. 

CONTROL: Craig, el veterinario que acompañó al Dr. Harris, se ubicó en la primera cámara seca para hacer la evaluación inicial a medida que pasaba cada niño en su trayecto de buceo hacia la salida. En esa posta, el veterinario supervisó cómo hacían los buzos la primera inyección de refuerzo. 

OXÍGENO: La decisión de usar oxígeno al 100% se basó en la teoría de que, como con cualquier anestésico, si alguno de los niños comenzaba a hipoventilar, el oxígeno ayudaría a mantener su oxigenación. Algunos niños tenían señales de infecciones en el pecho, entonces el oxígeno al 100% a bordo podría prolongar el tiempo hasta llegar a una reanimación exitosa si comenzaba a ahogarse. 

RECONOCIMIENTO PARA LA ANESTESIOLOGÍA

Antes de volver a Australia, el doctor acompañado por su amigo Craig pudieron ir al hospital de Chiang Rai y ver a los niños para controlar su evolución. 

«Estoy muy orgulloso por el hecho de que hubo un anestesiólogo involucrado en esto. Pienso que ha sido muy bueno para nuestra especialidad porque durante mucho tiempo los anestesiólogos hemos sido los triunfadores silenciosos en el quirófano y en otros lugares del hospital. En mi opinión, los buenos anestesiólogos no buscamos fama ni fortuna; estamos contentos con nuestra propia suerte en la vida. Sabemos que hacemos un excelente trabajo y que los pacientes están mucho más seguros gracias a nosotros. Los buenos cirujanos reconocen nuestras habilidades y las valoran. Y, aunque no necesitamos que nos den palmaditas en la espalda todo el tiempo y que nos digan lo buenos que somos, no hace ningún daño a nuestra especialidad recibir un poco de impulso de vez en cuando», concluyó el Dr. Richard Harris. 

«Nadie había pensado nunca en cómo lidiar con algo como esto»

A partir de su experiencia única como anestesiólogo y buzo avanzado de cuevas submarinas (uno de los pocos certificados de Latinoamérica), el Dr. Mario Valotta (Asociado 1337), analiza los detalles de este evento sin precedentes en todo el mundo. 

¿Cómo sabe un anestesiólogo y buzo, como por ejemplo el Dr. Harris, si puede hacer o no este tipo de procedimiento? 

En realidad, lo primero que te dice tu conciencia es que no lo tenés que hacer. Hay un libro que yo relaciono con estas situaciones que es el que escribió James Reason llamado The Human Contribution. Durante muchos años estudió los errores en los sistemas y en un momento decidió hacer al revés y estudiar los éxitos. En este libro él analiza por qué hay algunas situaciones imposibles que concluyen con un éxito rotundo. Reason estudió las características comunes de estos fenómenos que necesitan soluciones extraordinarias por parte de gente ordinaria. Lo que más me interesó es cómo es el proceso para llegar a esa solución extraordinaria como la que sucedió en Tailandia. Y lo que sucede en todos los casos es que hay un proceso cooperativo. 

Entonces, para poder tomar esta decisión la persona tuvo que imaginarse toda la situación: la presión mediática, social y gubernamental, además de los riesgos que implicaba. Lo que define la decisión es, por un lado, la logística. Por más que uno sea el mejor del mundo, si no tiene logística no va a lograr el éxito. 

Ninguna persona puede llegar a un resultado bueno en una situación así si no está acompañada por un equipo

¿Y de dónde se saca el coraje para hacerlo?

Se necesita un enorme apoyo. En este caso, pienso que fue clave que los hayan encontrado vivos, eso es una gran motivación para seguir adelante. 

¿En su experiencia como buzo avanzado y anestesiólogo, hubiera hecho lo mismo?

Sí.

¿Hay algún detalle del rescate que lo haya sorprendido, que no se hubiera imaginado?

En este caso participaron 7000 personas. Todas ellas hicieron su parte para lograr que los buzos llegaran a ese lugar y que las cuevas no se inundaran hasta que pudieran sacar a los chicos. 

Hay dos cosas que me parecen muy importantes: la presión del tiempo, porque la cueva se iba a inundar, y el liderazgo. 

Ellos consiguieron tiempo gracias a que ingenieros hidráulicos pudieron desviar el agua y gracias a la bomba que llevó Estados Unidos. Durante ese tiempo, llegaron los buzos ingleses que eran mayores en edad que los tailandeses, sin embargo, todos respetaron su liderazgo. También actuó el liderazgo de las entidades gubernamentales quienes, en base a toda la información, tomaban decisiones. Otro liderazgo importante fue el del entrenador que, al haber sido monje tibetano, supo ganarse la confianza y brindarles a los chicos las herramientas necesarias para mantener la calma durante la espera. Les enseñó a meditar y, de esa forma, bajar el consumo de oxígeno.

Mi reflexión es que, al final de todo, llamaron al anestesiólogo, pero anteriormente sucedieron varias cosas que permitieron que el Dr. Richard Harris pudiera llevar adelante la última parte del rescate. 

¿Qué aprendió la comunidad con este rescate?

Lo que aprendemos con estas cosas es que no hay disciplina que sea despreciable o inexplicable y que hay situaciones novedosas que requieren que personas ordinarias consigan soluciones extraordinarias y eso se logra mediante la flexibilidad. 

En los entrenamientos que yo hacía en el simulador me enfocaba en trasladar habilidades de una disciplina a otra, como por ejemplo de la aviación a la medicina a través de los factores humanos. La idea es desarrollar la flexibilidad mental mediante el ejercicio de la solución de problemas porque nadie sabe cuál es la situación novedosa que se puede llegar a encontrar. 

¿Cuál es el mensaje de este suceso que deben escuchar los anestesiólogos?

Uno no sabe realmente porqué hace las cosas. Quizás este anestesiólogo, que además es buzo, se entrenó toda su vida sin saber que iba a estar en una situación así pero cuando le tocó vivirla pudo resolverla gracias a todo lo que había aprendido a lo largo de su experiencia. 

Probablemente ninguno de nosotros nos veamos en una situación tan extrema, pero es posible que, por el trabajo que hacemos, algún día nos toque. O sea, el mundo no es tan predecible como creemos y todos podemos encontrarnos en una situación inesperada donde tengamos que aplicar habilidades aprendidas dentro de otro contexto que no tiene nada que ver con el de esa situación. Se requiere mucha flexibilidad mental. 

PARA MARATONEAR EN LA TELE

La fascinante historia de este rescate fue aprovechada por el mundo del cine y la televisión, donde recrearon la historia en distintas versiones. Aunque se sepa cuál es el final, merece la pena ver cualquiera de estas propuestas:

Además, es muy recomendable leer la entrevista completa al Dr. Harris, disponible en este link.