"La escucha activa" por la Dra. Marina Moreira


"Se necesita coraje para pararse y hablar. Pero mucho más para sentarse y escuchar" (Winston Churchill)

Dicen que el que no comprende una mirada, tampoco puede comprender una larga explicación (proverbio árabe). El psicólogo estadounidense humanista Carl Rogers que ha tenido gran influencia en la psicología y psicoterapia así como en la educación, fue quien desarrolló el concepto de escucha activa, definiéndola como: “una habilidad del ser humano para escuchar de una manera consciente”.

Somos personas, vivimos con los demás, trabajamos con personas y atendemos a personas. Nuestra comunicación es verbal y no verbal. Para llegar al lugar que queremos es muy importante ser eficaz cuando nos comunicamos. Una respuesta inadecuada puede dificultar un negocio, generar desconfianza y hasta romper la magia del amor. Es importante distinguir en un diálogo las palabras que se dicen, cómo las dicen y las que no se dicen.

Para empezar con el entrenamiento podemos apuntar algunos conceptos:

Oír: Es un fenómeno pasivo, se perciben las vibraciones del sonido.

Escuchar: Es la capacidad de captar, atender e interpretar los mensajes verbales y otras expresiones como el lenguaje corporal y el tono de voz.

Comunicación asertiva: Decir lo que se desea de una forma precisa y contundente, evitando descalificaciones, reproches y enfrentamientos.

Los beneficios de una escucha activa se ven rápidamente: se logra llegar al objetivo de la conversación, se logran lazos de amistad y se genera empatía y confianza. Además, es una herramienta muy útil en el liderazgo.

Algunas estrategias recomendadas para empezar a ejercitar la escucha activa son:

  • Dejar hablar: si se está hablando o mirando el teléfono no se puede escuchar con atención plena.
  • Conseguir que el interlocutor sienta confianza: la persona debe sentirse libre para expresarse.
  • Demostrar al interlocutor que está dispuesto a escucharlo: disposición real para comprender al otro. Es bueno afirmar con la cabeza, resumir lo que dijo siempre con un tono adecuado.
  • Dominar las emociones: una persona enojada malinterpreta las palabras.
  • Evitar criticar y argumentar en exceso: eso sitúa al interlocutor a la defensiva haciendo que se enoje o que se calle.
  • Preguntar cuando sea necesario, intercambio de doble vía.
  • Conocer y saber interpretar el lenguaje no verbal; hay que ponerse en la piel del otro.
  • Manifestar afecto a través de gestos