"Tres generaciones de anestesiólogas" por Lic. María Eugenia Piaggio


Perla Weissbrod (Asociada 323), Andrea Pericola (Asociada 2462) y María Celeste Garbino (Asociada 3857) comparten la misma profesión, pero sus experiencias en la anestesiología varían según la época en la que les tocó o les toca ejercerla.

Pertenecen a la misma asociación, pero a tres generaciones distintas. Perla Weissbrod se recibió de médica en el año 1962. Su familia no estaba de acuerdo en que siguiera anestesia, pero no pudieron disuadir porque ella estaba muy segura de lo que quería. Andrea Pericola tiene 49 años y 3 hijos. Eligió el desafiante camino de hacer anestesia en cirugía cardiovascular, un área crítica y dominada por cirujanos varones. La más joven, la Dra. María Celeste Garbino, tiene 37 años y en su educación familiar nunca le transmitieron que ser mujer fuera una desventaja para su desarrollo profesional. 

ÉPOCAS DISTINTAS, ACTITUDES PARECIDAS

PERLA WEISSBROD: “Cuando ingresé a la AAARBA en el año 1965, eran pocas las anestesiólogas que trabajaban en la Capital. Esta desigualdad numérica de mujeres era algo que se manifestaba incluso desde la facultad. Mi maestra, la Dra. Margarita Oleaga Alarcón, siempre me aconsejaba que pusiera pie firme para que no me pasaran por arriba. O sea, había que hacerse respetar. En aquel momento, por ejemplo, las anestesiólogas nos teníamos que cambiar en el vestuario de las instrumentadoras que quedaba en la otra punta del quirófano. En cambio, el vestuario de anestesiólogos estaba muy cerca y contaba con todas las comodidades, hasta podían darse una ducha. 

Es en estas pequeñas cosas en las que se demostraba que no éramos tenidas en cuenta en igualdad con los varones. Además, frecuentemente nos tocaban los trabajos más arduos. 

Con el tiempo las cosas fueron cambiando un poco y yo me di cuenta de que, en gran medida, dependía de mí saber aprovechar las oportunidades. Mi primer trabajo en la Asociación fue en el congreso Argentino de Anestesiología que presidió el Dr. González Varela. Me dieron el cargo de Suplente de Vocal, o sea el menos jerárquico, pero gracias a mi afición al trabajo fui aprendiendo lo que cada uno tenía que hacer y me ocupé de completar lo que ellos no hacían. Hasta que en un momento dado me convertí en la persona más importante porque tenía todo el congreso en mis manos. Así, poco a poco, me fui haciendo valer en la Asociación. También es cierto que con el tiempo fueron más las mujeres que ingresaban a la especialidad y eso favoreció nuestro desarrollo”.

ANDREA PERICOLA: “Me llama la atención cómo han cambiado algunas actitudes en el trabajo en este tiempo, pero lo veo más como un cambio generacional que de género.  Yo no sentí que fuera un peso el hecho de ser mujer. De hecho, pienso que es una de las especialidades en las que las mujeres tienen más oportunidades. Una colega más grande con la que trabajo siempre hace referencia a lo que le costó a ella hacerse un lugar en la especialidad. En cambio, cuando yo empecé la carrera ese camino ya estaba allanado y siempre tuve las mismas oportunidades que los varones”.

MARÍA CELESTE GARBINO: “En el transcurso de mi carrera he visto que existen barreras de género. A pesar de ello, traté de no dejar que las mismas obstaculicen el logro de mis objetivos y considero que es fundamental la actitud que uno muestra para no darle entidad al posicionamiento de quienes tienen esta conducta. Así y todo, doy fe que hay puestos de trabajo en los cuales no quieren mujeres porque son pasibles de ser madres o simplemente por una actitud machista”.

COMPAÑERISMO ENTRE MUJERES ANESTESIÓLOGAS

Tener una buena relación con los compañeros de trabajo es un aspecto determinante en el bienestar laboral, especialmente si se considera que la gran mayoría de las personas pasa más tiempo en su trabajo que con su familia y amigos.

Las socias de la AAARBA definen su relación con otras compañeras de trabajo como positiva, describiendo sentimientos como el compañerismo, la amistad y la empatía. 

“La mejor compañera que tuve en mi carrera fue la Dra. Oleaga Alarcón, ella me apoyó en todo momento, pero cuando falleció me respaldé más en los varones. Me sentí más protegida por ellos, también porque en ese momento no había tantas mujeres”, dice la Dra. Weissbrod con relación a los vínculos laborales entre mujeres. 

Con la llegada de más profesionales femeninas a la especialidad, las relaciones de trabajo entre anestesiólogas se hicieron más frecuentes. 

“Mi experiencia de compañerismo en el trabajo con mujeres, desde la residencia hasta el día de hoy, ha sido excelente; de hecho, mis mejores amigas son personas con las cuales he compartido ambientes laborales”, asegura la Dra. Garbino.

LAS MUJERES AL PODER

Tanto la Dra. Weissbrod como la Dra. Pericola coinciden en que las mujeres han alcanzado logros importantes en la especialidad, pero que aún queda mucho por hacer. “Veo que somos muchísimas mujeres en la especialidad, pero lo que me llama la atención es que los jefes de servicio son, en su mayoría, varones. No creo que sea casualidad, supongo que todavía sigue estando implícito que el jefe tiene que ser varón”, dice la anestesióloga. 

“Yo no estoy de acuerdo con la norma que obliga a que haya un cupo determinado de mujeres en nuestra Comisión Directiva. Pienso que las mujeres que ocupen esos puestos tienen que hacerlo en función de su capacidad y sé que hay muchas anestesiólogas capaces de desarrollar una buena carrera dirigencial”, agrega Perla Weissbrod. 

LA RELACIÓN CON EL PACIENTE Y CON EL CIRUJANO

En este punto es donde se evidencia la mayor diferencia de experiencias entre las tres anestesiólogas. 

A la Dra. Weissbrod le costó mucho derribar el prejuicio del género con los pacientes quienes, frecuentemente, preferían ser atendidos por anestesiólogos varones. Algo similar pasaba con los cirujanos: “en mi época preferían al anestesiólogo varón pero cuando veían la destreza de la mujer, cambiaban de opinión. El asunto era llegar a que nos conozcan”.

El punto intermedio lo presenta la Dra. Andrea Pericola quien dice: “Yo no he tenido problemas en particular, pero he presenciado situaciones en las que el paciente no quería ser atendido por una anestesióloga mujer. Es una minoría de personas que mantienen los prejuicios antiguos de la sociedad. Todavía nos falta evolucionar. En cambio, jamás un cirujano me discriminó por ser mujer, eso que el ambiente de la cirugía cardíaca es muy masculino. Pero en mi experiencia, los cirujanos cuando ven la destreza de la mujer lo aceptan perfectamente”.

En el otro extremo, la anestesióloga más joven dijo que jamás se encontró en una situación en la cual el paciente prefiera un varón o mujer como su anestesiólogo y según su experiencia, independientemente del género, los cirujanos “buscan trabajar con profesionales que le hagan sentir seguros y cómodos”.

MATERNIDAD Y TRABAJO

Como dice la Dra. Weissbrod, hay algo que no va a cambiar jamás y es el hecho de que es la mujer quien lleva los nueve meses de embarazo y quien debe tener los cuidados propios de esa situación. “En mi época las embarazadas se tenían que separar de algunas prácticas por el tema de los gases o el reposo. Ahí hay una traba”.

Andrea Pericola, desde su lugar de mamá y anestesióloga, coincide en que es difícil conciliar el trabajo con los hijos, pero viéndolo a la distancia se da cuenta que el tiempo que más se sacrifica es el de la familia. 

“Yo creo que es al revés, la carrera influyó en el desarrollo de la maternidad. La anestesiología te quita mucho tiempo. Mi primer hijo nació cuando empecé la residencia, el segundo durante la residencia y el tercero cuando la terminé. O sea, fueron épocas de guardias, de mucho trabajo. Hoy me doy cuenta de que uno sacrifica más el tiempo de los hijos que el de la carrera. Pero en ese momento no lo veía”. 

EL FUTURO

Todavía hay que evolucionar y seguir haciendo cambios en el mundo profesional para que las mujeres puedan realizar su profesión con igualdad al varón. Lo saben las anestesiólogas con más experiencias y también las más jóvenes. “Todo comienza en casa. Tenemos que educar para reivindicar el valor del mérito por encima de otras condiciones para ocupar un puesto de trabajo. Yo recibí una educación familiar por la cual nunca me consideré en desventaja de oportunidades y desarrollo por ser mujer”, concluye María Celeste Garbino. 

Desde Elizabeth Blackwell, la primera mujer en el mundo que recibió el título médico en los Estados Unidos en el año 1947, han pasado muchas mujeres por la medicina y seguirán pasando muchas mujeres más, como Perla, Andrea y María Celeste que enriquecen la profesión aportando el valor de sus propias experiencias.